Una vez más se coloca en la mesa la discusión sobre los derechos para las adolescencias y las infancias trans, desde ya sabemos que no hay cuerpos equivocados, tristemente algunas mentes son las que viven en el error, así que desde nuestro activismo defendemos la posibilidad de crecer con la posibilidad de que nuestro ser es el correcto.
Y, es más, cualquier persona cis o trans debe tener la posibilidad de cambiar su cuerpo si así lo necesita, siempre de manera informada y abrigada.
Recordemos que el martes 21 de febrero, a raíz de la iniciativa de América Rangel, activistas trans se manifestaron en el Congreso de la Ciudad de México, sucede que el trabajo sobre el reconocimiento a la identidad de infancias y adolescencias trans vuelve a ser cuestionada, ante el discurso sin argumentos reales de “prohibir que menores de edad se sometan a tratamientos y cirugías de cambio de género”.
Necesitamos aclarar que en ninguna entidad del país se practican cirugías de cambio de género a menores de edad, eso sí, desde agosto del 2021 el Gobierno de la Ciudad de México publicó en la gaceta capitalina una reforma que permitirá a los adolescentes trans cambiar su acta de nacimiento según su género auto percibido. Esto, luego de que el pasado 9 de agosto, activistas entregaron más de 50 mil firmas con las que pidieron al congreso local discutir la ‘Ley para las infancias trans’, tema pendiente en el pleno desde octubre del 2019.
Las leyes en favor de las personas transgénero son administrativas y solo unos pocos estados permiten el cambio de documentos para niños, niñas y adolescentes. En el resto de las entidades, los y las menores solo podrían acceder a documentos de identidad corregidos mediante juicios o viajando a otras ciudades.
Es decir, las infancias y adolescencias trans hoy tienen la posibilidad de vivirse de manera libre y con documentos de identidad, y en otro mundo distinto al de antes.
HABLEMOS DE TRANSFOBIA
Las personas transgénero son aquellas cuya identidad de género es distinta a la que típicamente se asocia con el sexo que le fue asignado al nacer, y la abreviación “trans” es una especie de paraguas con la cual se nombra a las personas transgénero, transexuales y travestis.
En tanto, la transfobia es la discriminación que las personas trans experimentan por el simple hecho de vivir su identidad y expresión de género elegida. Negar la identidad de una mujer o un hombre trans, nombrándoles con nombres y pronombres no elegidos por ellas y ellos, es transfobia.
La transfobia tiene raíces en el sexismo, en la creencia de que lo masculino y lo femenino se excluyen mutuamente, y que cada una de ellas tiene atributos únicos y rígidos, indica Amnistía Internacional citando a la teórica Julia Serrano. En tanto, la autora Jody Norton considera que la transfobia es también una extensión de la misoginia y de la homofobia.
Otro gran problema son los estereotipos y los prejuicios de las personas, que consideran que las personas trans tienen “trastornos mentales”. Esto pese a que desde 2018 la Organización Mundial de la Salud (OMS) retiró a la transexualidad de la lista de enfermedades o trastornos psicológicos.
Al defender los derechos humanos se reconoce y respeta la identidad de niñas y niños, asegurarlos tendrá como consecuencia una mejor oportunidad para crecer mucho más sensibles y respetuosos con sus cuerpos, si tienes dudas búscanos en AHF América Latina y el Caribe .
