Cuando migrar es también una transición de vida
Migrar siendo una mujer trans, migrar con VIH, migrar sin red de apoyo, migrar cargando una historia de violencias, arte, fe y resiliencia. Todo eso lo ha hecho Nickoll Marín, protagonista del segundo episodio de la temporada 3 de Es Personal, quien desde Venezuela llegó a México no sólo para reconstruir su vida, sino para encontrarse con la versión más libre de sí misma.
En una conversación íntima y sin concesiones con Vik “Mostro”, Nickoll Marín comparte su trayecto vital, emocional y político, donde las fronteras físicas se cruzan tanto como las internas: la del miedo, la del abandono, la del deseo de ser quien una es, sin tener que pedir permiso.
“Este país no lo elegí, ya me había elegido desde niña”
Nacida en 1980, Nickoll dejó Venezuela en 2018, parte del éxodo provocado por la crisis humanitaria. Recuerda cómo desde niña soñaba con los valles verdes de México, imaginándome dentro de esas postales que parecían imposibles.
Llegar a México significó dejar todo: su carrera artística, sus vestidos de gala, sus escenarios, su historia familiar, su patria. La travesía fue larga y dura, pero sin el dramatismo que estereotipa al migrante: ella lo cuenta con humor, con temple, con dolor y con la convicción de quien sabe que el camino ha sido suyo, paso a paso.
Al pisar suelo mexicano, se arrodilló y besó la tierra. Fue su forma de sellar un pacto con el lugar que desde entonces ha sido casa, refugio, espejo y plataforma.
La violencia no acaba en la frontera
En su relato, Nickoll no omite nada. Habla de la violación que sufrió por parte de una expareja. Del miedo de denunciar. De la carpeta abierta que nadie mueve. De la fiscalía que espera a que haya un cadáver para actuar. Habla también del estigma de vivir con VIH, de las ITS, del silencio cómplice que sigue operando en muchas instituciones.
Y aun así, se levanta. Se pone las pestañas. Trabaja. Ama. Cuida perros. Sueña con una casa propia. Va a terapia. Se sostiene con medicamentos psiquiátricos porque su salud mental también es prioridad. Y sonríe. No porque no duela, sino porque ha elegido no hundirse.
De artista reconocida a trabajadora sexual a recepcionista en AHF
Su historia está tejida de reinvenciones. Fue una diva en Venezuela. Trabajadora sexual en México por necesidad. Y hoy, recepcionista en AHF México, una organización global que atiende, previene y acompaña a personas que viven con VIH y otras ITS. Desde la recepción, Nickoll no solo atiende llamadas: crea puentes, escucha, abraza desde su propia experiencia.
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Decidió dejar las drogas, reconstruir su salud, abrazar la espiritualidad y criar perritos. Porque también ahí hay sanación.





“El orgullo para mí es que me vean como mujer sin saber que soy trans”
La frase estremece por su potencia. Nickoll ha vivido en un mundo donde su identidad ha sido cuestionada, maltratada, fetichizada. Y aún así, se planta con orgullo. No ese orgullo comercial, superficial, instagramable. Sino uno hondo, trabajado, que se gana en cada batalla cotidiana.
“No tengo familia aquí, pero tengo amigas, perros, trabajo y fe. Cuando sentí que todo se iba al carajo, Dios me mandó a Alexei, mi perro. Y entendí que no todo estaba perdido.”
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Por eso este episodio importa
Porque no es un testimonio más. Es un acto de memoria, de denuncia y de resistencia. Porque migrar en cuerpx disidente es también un acto político. Y porque necesitamos historias como la de Nickoll para entender que la lucha por los derechos LGBTIQ+ también cruza fronteras, también habla con acento, también carga maletas llenas de cicatrices.
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